Influencias
Para la formación poética de Rubén Darío fue determinante la
influencia de la poesía francesa. En primer lugar, los románticos, y muy
especialmente Víctor Hugo. Más adelante, y con carácter decisivo, llega la
influencia de los parnasianos: Théophile Gautier, Catulle Mendès, y José María
de Heredia. Y, por último, lo que termina por definir la estética dariana es su
admiración por lossimbolistas, y entre ellos, por encima de cualquier otro
autor, Paul Verlaine. Recapitulando su trayectoria poética en el poema inicial
de Cantos de vida y esperanza (1905), el propio Darío sintetiza sus principales
influencias afirmando que fue "con Hugo fuerte y con Verlaine
ambiguo".
Ya en las "Palabras Liminares" de Prosas profanas (1896)
había escrito un párrafo que revela la importancia de la cultura francesa en el
desarrollo de su obra literaria:
El abuelo español de barba blanca me señala una serie de retratos
ilustres: "Éste —me dice— es el gran don Miguel de Cervantes Saavedra,
genio y manco; éste es Lope de Vega, ésteGarcilaso, éste Quintana." Yo le
pregunto por el noble Gracián, por Teresa la Santa , por el bravoGóngora y el más fuerte de
todos, don Francisco de Quevedo y Villegas. Después exclamo:
"¡Shakespeare! ¡Dante! ¡Hugo...! (Y en mi interior: ¡Verlaine...!)"
Luego, al despedirme: "—Abuelo, preciso es decíroslo: mi
esposa es de mi tierra; mi querida, de París."
Muy ilustrativo para conocer los gustos literarios de Darío
resulta el volumen Los raros, que publicó el mismo año que Prosas profanas,
dedicado a glosar brevemente a algunos escritores e intelectuales hacía los que
sentía una profunda admiración. Entre los seleccionados están Edgar Allan Poe,
Villiers de l'Isle Adam, Léon Bloy, Paul Verlaine, Lautréamont, Eugénio de
Castro y José Martí(este último es el único autor mencionado que escribió su obra
en español). El predominio de la cultura francesa es más que evidente. Darío
escribió: "El Modernismo no es otra cosa que el verso y la prosa
castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y de la buena prosa
franceses".
No quiere esto decir, sin embargo, que la literatura en español no
haya tenido importancia en su obra. Dejando aparte su época inicial, anterior a
Azul..., en la cual su poesía es en gran medida deudora de los grandes nombres
de la poesía española del siglo XIX, comoNúñez de Arce y Campoamor, Darío fue
un gran admirador de Bécquer. Los temas españoles están muy presentes en su
producción ya desde Prosas profanas (1896) y, muy especialmente, desde su
segundo viaje a España, en 1899. Consciente de la decadencia de lo español
tanto en la política como en el arte (preocupación que compartió con la llamada
Generación del 98 española), se inspira con frecuencia en personajes y
elementos del pasado. Así ocurre, por ejemplo, en su "Letanía de nuestro
señor Don Quijote", poema incluido en Cantos de vida y esperanza (1905),
en el que se exalta el idealismo de Don Quijote.
En cuanto a los autores de otras lenguas, debe mencionarse la
profunda admiración que sentía por tres autores estadounidenses:Emerson, Poe y
Whitman.
Evolución
La evolución poética de Rubén Darío está jalonada por la
publicación de los libros en los que la crítica ha reconocido sus obras
fundamentales: Azul... (1888), Prosas profanas y otros poemas (1896) y Cantos
de vida y esperanza (1905).
Antes de Azul... Darío escribió tres libros y gran número de
poemas sueltos, que constituyen lo que se ha dado en denominar su
"prehistoria literaria". Los libros sonEpístolas y poemas (escrito en
1885, pero no publicado hasta 1888, con el título dePrimeras notas), Rimas
(1887) y Abrojos (1887). En la primera de estas obras es patente la huella de
sus lecturas de clásicos españoles, así como la impronta deVíctor Hugo. La
métrica es clásica (décimas, romances, estancias, tercetos encadenados, en
versos predominantemente heptasílabos, octosílabos yendecasílabos) y el tono
predominantemente romántico. Las epístolas, de influencianeoclásica, van
dirigidas a autores como Ricardo Contreras, Juan Montalvo, Emilio Ferrari y
Víctor Hugo.
En Abrojos, publicado ya en Chile, la influencia más acusada es la
del español Ramón de Campoamor. En cuanto a Rimas, publicado también en Chile y
en el mismo año, fue escrito para un concurso de composiciones a imitación de
las Rimas de Bécquer, por lo que no es extraño que su tono intimista sea muy
similar al de las composiciones del poeta sevillano. Consta de solo catorce
poemas, de tono amoroso, cuyos procedimientos expresivos (estrofas de pie
quebrado, anáforas, antítesis, etc.) son característicamente becquerianos.23
Azul... (1888), considerado el libro inaugural del Modernismo
hispanoamericano, recoge tanto relatos en prosa como poemas, cuya variedad
métrica llamó la atención de la crítica. Presenta ya algunas preocupaciones
características de Darío, como la expresión de su insatisfacción ante la
sociedad burguesa (véase, por ejemplo, el relato "El rey burgués").
En 1890 vio la luz una segunda edición del libro, aumentada con nuevos textos,
entre los cuales una serie desonetos en alejandrinos.
La etapa de plenitud del Modernismo y de la obra poética dariana
la marca el libro Prosas profanas y otros poemas, colección de poemas en las
que la presencia de lo erótico es más importante, y del que no está ausente la
preocupación por temas esotéricos (como en el largo poema "Coloquio de los
centauros"). En este libro está ya toda la imaginería exótica propia de la
poética dariana: la Francia
del siglo XVIII, la Italia
y la España
medievales, la mitología griega, etc.
En 1905, Darío publicó Cantos de vida y esperanza, que anuncia una
línea más intimista y reflexiva dentro de su producción, sin renunciar a los
temas que se han convertido en señas de identidad del Modernismo. Al mismo
tiempo, aparece en su obra la poesía cívica, con poemas como "A
Roosevelt", una línea que se acentuará en El canto errante (1907) y en
Canto a la Argentina
y otros poemas (1914). El sesgo intimista de su obra se acentúa, en cambio, en
Poema del otoño y otros poemas (1910), en que se muestra una sencillez formal
sorprendente en su obra.
No todos los poemas de Darío fueron recogidos en libros en vida
del poeta. Muchos de ellos, aparecidos únicamente en publicaciones periódicas,
fueron recopilados después de su muerte. Un ejemplo, representativo de su etapa
de madurez literaria, es la poesía tituladaLos motivos del lobo publicada en
Mundial Magazine en 1913, tres años antes de la muerte de Darío.24 Inspirada en
el capítulo XXI de las Florecillas de San Francisco que narra la conversión del
lobo de Gubbio por parte de Francisco de Asís, la versión dariana cambia el
desenlace del relato, para imprimir un carácter absolutamente lírico a los
acordes finales del poema, haciendo que el lobo regrese a la montaña por causa
de la maldad de los hombres.
Métrica
Darío hizo suyo el lema de su admirado Paul Verlaine: "De la
musique avant toute chose". Para él, como para todos los modernistas, la
poesía era, ante todo, música. De ahí que concediese una enorme importancia al
ritmo. Su obra supuso una auténtica revolución en la métrica castellana. Junto
a los metros tradicionales basados en el octosílabo y el endecasílabo, Darío
empleó profusamente versosapenas empleados con anterioridad, o ya en desuso,
como el eneasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino, enriqueciendo la poesía
en lengua castellana con nuevas posibilidades rítmicas.
Aunque existen ejemplos anteriores de utilización del verso
alejandrino en la poesía castellana del siglo XIX, el hallazgo de Darío
consistió en liberar este verso de la rígida correspondencia hasta entonces
existente entre la estructura sintáctica del verso y su división métrica en dos
hemistiquios, recurriendo a varios tipos de encabalgamiento. En los poemas de
Darío, la cesura entre los dos hemistiquios se encuentra a veces entre un
artículo y un nombre, entre este último y el adjetivo que lo acompaña, o
incluso en el interior de una misma palabra.26 Darío adaptó este verso a
estrofas y poemas estróficos para las que tradicionalmente se empleaba el
endecasílabo, tales como el cuarteto, el sexteto y el soneto.
Rubén Darío es sin duda el mayor y mejor exponente de la
adaptación de los ritmos de las literaturas clásicas (grecorromanas) a la
lírica hispánica. Estos ritmos se basan en el contraste de vocales tónicas y
átonas, y por ello en la cantidad silábica. Recordemos que en el latín la
tónica no se marca como en español con un golpe de voz más fuerte, sino con un
alargamiento de la vocal. Rubén cultivará los ritmos tradicionales (yámbico y
trocaico como binarios, y dactílico, anfibráquico y anapéstico como ternarios),
también forjará sus propios ritmos cuaternarios e innovará juntando en un mismo
verso ritmos binarios y ternarios.
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